martes, 12 de abril de 2011
Las vacaciones de Henry
Hoy que volvemos con otra apasionante jornada de Champions League y el Barcelona se disputa la clasificación con el Shakhtar Donetsk, me ha venido a la mente un jugador que ha sido protagonista tanto en la mayor competición europea como, de alguna manera, en el club culé: Thierry Henry.
A día de hoy el jugador francés se encuentra disfrutando del final de su carrera en la inferior liga norteamericana, vistiendo la camiseta de los New York Red Bull. Pero podría aventurarme y afirmar que su 'retiro' ya comenzó en Can Barça.
La carrera deportiva del jugador francés Thierry Henry seguramente será recordada toda la historia, pero no precisamente por su última etapa futbolística en el FC Barcelona. El jugador que ficharon del Arsenal nunca jugó en el Camp Nou al nivel mostrado en Highbury Park.
Después de llegar a ser dos veces Bota de Oro, fichó por el equipo culé en el año 2006, donde aún esta ficha, pero no mucho en el campo de juego. Como es lógico, fue fichado con la ilusión de tener en el Clan al jugadorazo que demostró ser tanto con el Arsenal como con la selección francesa, pero la verdad es que en Barcelona no han visto el Henry del club londinense.
Con los 'bleus' ganó la Eurocopa y el Mundial, y con el Arsenal la liga inglesa, mismo año en el que fue Bota de Oro (2004/2005) . Su etapa londinense fue la mejor de su carrera, siendo uno de los mejores jugadores de fútbol en la primera década del siglo XXI.Batió records goleadores tanto en su club con el la liga inglesa: se convirtió en el jugador que más goles logró con la camiseta de los gunners (226) y consiguió ser dos años seguidos elegido mejor jugador de la Premier League, algo que nunca se había conseguido. La espina que tenía Henry era haber perdido las dos finales europeas que disputó,de la UEFA contra el Galatasaray y de Champions contra el Barcelona. Esa es la explicación que dió su entrenador, Arsene Wenger, respecto a su fichaje por el Barcelona, su obsesión por ganar la Champions League.
Y lo consiguió. Además por partida doble. Sin contar claro con las Ligas, Copa de España, y demás títulos que completan el sestete. Pero no aportando en el Barcelona lo que suponía para el Arsenal. En Londres era el jugador en el que se basaban los gunners, quién se subía el equipo a la espalda, quién mereció sobradamente las Botas de Oro que ganó. En Can Barça no ha sido ni la sombra de lo que fue. Con un salario de 6 millones de euros anuales (netos), participa en el Barça de manera secundaria, creando una crítica desfavorable en su contra.
Después de estos años de mayor tranquilidad, muchos creían que colgaría las botas en el club donde creó su propia leyenda, dejando atrás un club donde ha vívido unas vacaciones plagadas de triunfos.
Mario Ruiz-Ayúcar Dorado
¡Ay Raúl aquél penalty!
Vuelve a ocupar portadas, los elogios retornan a sus oídos, los bares retoman conversaciones perdidas. Raúl es noticia de nuevo. Tras su salida del Real Madrid al Schalke 04, el '7' blanco vuelve a mostrar su mejor versión.
Mañana frente al Inter de Milán puede volver a jugar una semifinal de Champions League tras años estacado en los cuartos. Y de seguir adelante, podría conseguir su cuarta Copa de Europa. ¿Sería este el momento adecuado para que se le galardonase con el Balón de Oro?
Este puede ser el único premio que no haya conseguido Raúl. Se le ha resistido durante su inigualable carrera futbolística, pero es posible que hubo un momento por encima de otros en el que se lo mereció más que nadie. Fue en la Eurocopa del 2000, y si el 'Gran Capitán' hubiera marcado un penalty frente a la selecci´´on francesa, esta sería otra historia...
Francia nos bajó de otra de las esperanzas españolas en las competiciones internacionales. Con Zidane liderando aquella Francia que ganó los dos trofeos internaciones de fútbol de manera consecutiva, la selección francesa ganó 2-1 a la española en cuartos de final.
Francia estaba en su momento de gloria, 4 años después de haberse proclamado campeona del mundo.Y terminaría ganando aquella Eurocopa del año 2000. España fue una víctima más del equipo galo, en el que jugadores como Viera, Henry, Zidane o Thuram estaban en lo más alto de su carrera deportiva. El gol de Mendieta no fue suficiente.
Pero hubo una oportunidad de dar la vuelta al partido.Y estaba en manos del jugador en el que se tenía mayor confianza, Raúl. Era el último minuto del partido cuando Raúl provocó que Barthez le hiciera penalty. Y en ese momento todos pensamos que se remontaría el partido, como aquel espectacular 4-3 a Yugoslavia en aquella misma Eurocopa ( ¡Alfonsito! ¡Cómo te queremos!).
No estaba claro quién tiraría desde los 11 metros, ya que el especialista, Mendieta, había sido sustituido minutos antes por Camacho. Raúl fue el encargado. Raúl, la figura española en aquellos años, se encargaría. Buscó el gol golpeándole muy fuerte y ajustándo la pelota demasiado a la escuadra.La pelota se fue fuera. España se quedaba fuera de nuevo.
Raúl perdió el momento de su vida. De haber marcado, quizá la historia sería muy distinta. Pero quizá todavía no es tarde.
Mario Ruiz-Ayúcar Dorado
Mañana frente al Inter de Milán puede volver a jugar una semifinal de Champions League tras años estacado en los cuartos. Y de seguir adelante, podría conseguir su cuarta Copa de Europa. ¿Sería este el momento adecuado para que se le galardonase con el Balón de Oro?
Este puede ser el único premio que no haya conseguido Raúl. Se le ha resistido durante su inigualable carrera futbolística, pero es posible que hubo un momento por encima de otros en el que se lo mereció más que nadie. Fue en la Eurocopa del 2000, y si el 'Gran Capitán' hubiera marcado un penalty frente a la selecci´´on francesa, esta sería otra historia...
Francia nos bajó de otra de las esperanzas españolas en las competiciones internacionales. Con Zidane liderando aquella Francia que ganó los dos trofeos internaciones de fútbol de manera consecutiva, la selección francesa ganó 2-1 a la española en cuartos de final.
Francia estaba en su momento de gloria, 4 años después de haberse proclamado campeona del mundo.Y terminaría ganando aquella Eurocopa del año 2000. España fue una víctima más del equipo galo, en el que jugadores como Viera, Henry, Zidane o Thuram estaban en lo más alto de su carrera deportiva. El gol de Mendieta no fue suficiente.
Pero hubo una oportunidad de dar la vuelta al partido.Y estaba en manos del jugador en el que se tenía mayor confianza, Raúl. Era el último minuto del partido cuando Raúl provocó que Barthez le hiciera penalty. Y en ese momento todos pensamos que se remontaría el partido, como aquel espectacular 4-3 a Yugoslavia en aquella misma Eurocopa ( ¡Alfonsito! ¡Cómo te queremos!).
No estaba claro quién tiraría desde los 11 metros, ya que el especialista, Mendieta, había sido sustituido minutos antes por Camacho. Raúl fue el encargado. Raúl, la figura española en aquellos años, se encargaría. Buscó el gol golpeándole muy fuerte y ajustándo la pelota demasiado a la escuadra.La pelota se fue fuera. España se quedaba fuera de nuevo.
Raúl perdió el momento de su vida. De haber marcado, quizá la historia sería muy distinta. Pero quizá todavía no es tarde.
Mario Ruiz-Ayúcar Dorado
George Best, el quinto Beatle
Hablar de futbolistas que marcaron época es hablar de George Best. Como ya indicaba su propio apellido, el chico de Belfast había nacido para ser el mejor. Como los grandes genios, aquellas personas privilegiadas para considerarse únicos en alguna faceta de la vida, fue tan brillante en su carrera como oscuro en su vida personal. Dejó tantos detalles sobre el terreno de juego como fuera de él. Eléctrico, desequilibrante, polémico, vividor...así fue el gran George Best. El norirlandés podía acarrear un torrente de sensaciones, pero lo que es seguro es que su trayectoria no dejaba a nadie indiferente.
Por si le faltaba un toque de peculiaridad a su historia, Best pasó los primeros años de su infancia jugando al rugby. De no llegar su padre y mostrarle su disconformidad con que se dedicara al fútbol, puede que Best nunca hubiera elegido ese camino. La rapidez con la que llegó a la élite, al reconocimiento internacional y la admiración de los aficionados al fútbol puede que contribuyeran al desafortunado rumbo que tomó su vida lejos de los terrenos de juego. Como cualquier deportista, Best dio sus primeras patadas en un equipo de la ciudad, en Cregagh. Se dice que cuando el niño 'prodigio' tenía quince años, el por entonces entrenador del United, Matt Busby, recibió una llamada de uno de sus ojeadores: "Acabo de encontrarte un talento".
Con 17 años, Best ya había debutado con el Manchester United y con la selección de Irlanda del Norte. Su rapidez en la conducción, habilidad en el desborde y eléctricos cambios de dirección a una velocidad vertiginosa levantaban semana tras semana a los aficionados ingleses de sus butacas en Old Trafford. Best recuperaba la sonrisa de los ciudadanos de Manchester y restauraba la pasión por un deporte sacudido por la tragedia de Múnich en 1958, donde ocho de los 15 integrantes de la plantilla de Matt Busby habían perdido la vida en un accidente aéreo. Con Best, Bobby Charlton o Denis Law volvió la alegría.
Cayeron dos ligas, en el 65 y el 67, y la ansiada Copa de Europa, en 1968. Era la primera vez que un equipo inglés se proclamaba rey del viejo continente, y la enésima que Best demostraba su camino hacia mito del fútbol. El escenario era Londres y el rival, el todopoderoso Benfica de Eusebio. Con el partido empatado a uno y en pleno inicio de la prórroga, Best estuvo vivo para recoger un balón en zona de nadie, anticiparse a su marca y regatear con tranquilidad al portero. El partido acabaría 4-1 pero Best había decidido una vez más con su velocidad y sangre fría en el área. El rápido extremo de Belfast había rendido su particular homenaje a las víctimas de Múnich justo diez años después de la tragedia. Su actuación, por cierto, le dio el Balón de Oro.
Fue el clímax de su carrera futbolística. Sus excesos con el alcohol, constantes deslices con las mujeres o las fiestas hasta altas horas de la madrugada mermaron su estado físico y le encaminaron hacia una etapa de su trayectoria en la que deambuló por numerosos equipos pero, eso sí, dejando momentos y goles para el recuerdo.
Probó en Estados Unidos y tuvo un pequeño resurgir con el Fulham, pero sus últimas 'delicias' deportivas las reservó para su selección, donde tuvo que resignarse a lograr metas individuales ante la falta de competitividad y calidad de sus compañeros. Dejó, con la elástica verde, grandes momentos como aquel 15 de mayo de 1971 en el que hizo sonrojar a toda una institución como Gordon Banks en un Inglaterra-Irlanda.
Por desgracia, su vida fuera de los campos dio tanto que hablar como dentro de ellos. El norirlandés tuvo graves problemas con el alcohol, numerosas aventuras con el sexo opuesto y una actitud un tanto arrogante de cara al público. Best era un polvorín con un micrófono delante y pura dinamita en los bares de las Islas. En 1984 fue condenado a tres meses de prisión por conducir ebrio y 20 años después repitió la escena, lo que le dejó 20 meses sin carnet de conducir.
Ya en el 2001 tuvieron que realizarle un trasplante de hígado y una hemorragia interna acabó con su vida en el 2005. Días antes, tumbado sobre su cama del hospital, Best pidió al "News of the World" que publicara una foto mostrando su delicado estado y enunciando una frase de enorme impacto social: "No muera como yo". A la frase, seguramente, se le debería añadir: "pero no olviden lo que hice sobre el terreno de juego". Nosotros, desde luego, no lo olvidamos.
Esta la historia de Bestie, el quinto beatle, y esto que dejo aqui algunas de sus mas célebres sentencias:
- "Tenía una casa en la costa, pero para llegar a ella había que pasar por un bar. Nunca llegué a ver el mar".
- "Si hubiese nacido feo, no habríais oído hablar de Pelé".
- "En 1969 dejé las mujeres y el alcohol. Fueron los peores veinte minutos de mi vida".
- "Me gasté la mayor parte de mi fortuna en mujeres, alcohol y coches deportivos. El resto lo desperdicié".
- "Mucha gente va diciendo por ahí que me he acostado con siete Miss Mundo, pero sólo han sido tres".
- "Cada vez que entro en un sitio, hay 70 personas que quieren invitarme a beber, y yo no sé decir que no".
- "Nunca salía por la mañana con la intención de emborracharme, sólo sucedía".
- "He dejado de beber, pero sólo cuando duermo".
- "Si perdía la pelota era un insulto personal y la quería recuperar. Sí señor, me fastidiaba mucho que me la quitaran, porque era mi pelota".
- "Hace unos años dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Mundo, iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas".
- "No le pega con la izquierda, no cabecea, no defiende y no marca muchos goles. Aparte de eso, está bien". (Opinando sobre David Beckham)
Sin duda con un micrófono delante George Best no dejaba indiferente a nadie.
Marcos diego de Miguel
lunes, 11 de abril de 2011
Incombustible Raúl
La historia del fútbol guarda ya un sitio reservado a Raúl, pero él sigue dándonos material con el cual seguir gastando tinta hablando de esta leyenda viva. Su última (?) época futbolística en el Schalke 04 ha servido para demostrar a todos los agoreros y 'lenguaslargas' que este jugador todavía tiene toda su calidad en las botas.
Raúl González Blanco (27-6-77) ha sido el capitán del Real Madrid durante años por méritos y por oficio. Ha sido el verdadero y más puro estandarte de un equipo luchador, con carácter o ganador de títulos; de igual forma, podrían ser sinónimos del personaje que hoy nos ocupa.
Futbolista de calidad indiscutible. Como le ha definido recientemente su ex compañero de equipo, Santiago Hernán Solari, Raúl es el mejor en todo sin ser el mejor en algo. Su desmarque y definición son las claves en su juego inteligente y sencillo, cualidades que hacen olvidar su carencia de velocidad, potencia y extrema habilidad.
Las estadísticas le avalan: es el máximo goleador en activo de la Liga y el tercero histórico sólo detrás de Zarra y Hugo Sánchez; al igual en su competición favorita, Raúl es el 'pichichi' histórico de la Copa de Europa (70) y el jugador que más partidos ha disputado (141). En total, el '7' del Madrid ha jugado 867 partidos y ha marcado 383 goles entre Primera División, la Selección, Bundesliga y los torneos internacionales.
Hablar de Raúl son palabras mayores. No es fácil hacer entender a las jóvenes generaciones que hubo un día que el Real Madrid tuvo entre sus filas jugadores sacados de la cantera, al igual que hoy el envidiado Barcelona; tampoco es sencillo hacerles comprender porqué aún se escucha a grupos de españoles cantar "¡Raúl selección!"; difícil es transmitirles que para una amplia generación de madridistas y no madridistas este jugador madrileño era para nosotros, y lo sigue siendo, como Cristiano Ronaldo para ellos.
Mario Ruiz-Ayúcar Dorado
Raúl González Blanco (27-6-77) ha sido el capitán del Real Madrid durante años por méritos y por oficio. Ha sido el verdadero y más puro estandarte de un equipo luchador, con carácter o ganador de títulos; de igual forma, podrían ser sinónimos del personaje que hoy nos ocupa.
Futbolista de calidad indiscutible. Como le ha definido recientemente su ex compañero de equipo, Santiago Hernán Solari, Raúl es el mejor en todo sin ser el mejor en algo. Su desmarque y definición son las claves en su juego inteligente y sencillo, cualidades que hacen olvidar su carencia de velocidad, potencia y extrema habilidad.
Las estadísticas le avalan: es el máximo goleador en activo de la Liga y el tercero histórico sólo detrás de Zarra y Hugo Sánchez; al igual en su competición favorita, Raúl es el 'pichichi' histórico de la Copa de Europa (70) y el jugador que más partidos ha disputado (141). En total, el '7' del Madrid ha jugado 867 partidos y ha marcado 383 goles entre Primera División, la Selección, Bundesliga y los torneos internacionales.
Hablar de Raúl son palabras mayores. No es fácil hacer entender a las jóvenes generaciones que hubo un día que el Real Madrid tuvo entre sus filas jugadores sacados de la cantera, al igual que hoy el envidiado Barcelona; tampoco es sencillo hacerles comprender porqué aún se escucha a grupos de españoles cantar "¡Raúl selección!"; difícil es transmitirles que para una amplia generación de madridistas y no madridistas este jugador madrileño era para nosotros, y lo sigue siendo, como Cristiano Ronaldo para ellos.
Mario Ruiz-Ayúcar Dorado
19 años sin JUANITO
Este sábado se cumplen 19 años del trágico fallecimiento de Juan Gómez, Juanito, en accidente de tráfico. El aniversario coincide con un día de partido del Real Madrid en el Bernabéu. Un estadio que, desde hace casi dos décadas, recuerda en el minuto 7 de cada partido la figura del genial futbolista malagueño.Un ritual que, sin duda, volverá a repetirse este sábado.
Juan Gómez Gónzalez, conocido como Juanito (Fuengirola, Málaga),comenzó su carrera en la primera división del futbol español con el Burgos C.F, donde llamo la atención del Real Madrid, que en el verano de 1976 lo ficha por 25 millones de pesetas.Como él mismo reconoció posteriormente, "llegar a esta casa era cono tocar el cielo, pues prefería ante todo al Real Madrid como equipo y a Madrid como ciudad". Sus palabras escondían un secreto anunciado a voces: El Barcelona también pujaba por él, pero el Madrid se le adelantó por muy pocos días. El malagueño se incorpora al Real Madrid en la temporada 1977-78, debutando con la camiseta blanca en México, ante el Guadalajara. Ese mismo año juega su primer partido en el Camp Nou, de imborrable recuerdo. El extremo hizo un partidazo, colaboró de forma decisiva en dos de los goles y el Madrid ganó 2-3, rompiendo una racha negativa que duraba siete años. Todo ello a pesar de estar aún convaleciente del botellazo sufrido días antes en Belgrado, jugando con la selección, y en donde el combinado español obtuvo el pasaporte para a Argentina tras doce años de ostracismo sin participar en un Mundial.
Una década de blanco
En los diez años que militó en el Real Madrid, Juanito fue capaz de dividir a parte de la parroquia blanca en dos corrientes de opinión. De un lado estaban sus admiradores, defensores a ultranza del temperamento racial. Del otro lado, los que preferían para el Madrid un modelo encorsetado, más conservador, de hacer y no decir. Pero ninguno discutía que el andaluz era un buen jugador, "a veces grande". En sus diez años en el Club consigue dos Copas de la UEFA, cuatro Ligas, dos Copas del Rey, una Copa de la Liga. Además, fue subcampeón de la Copa de Europa (1981) y subcampeón de la Recopa (1983). A título individual obtuvo un "Pichichi" en la Liga con 17 goles (1983-84).
Como jugador era listo, hábil, intuitivo y rápido.Temperamental dentro y fuera del campo, precisamente ese temperamento visceral le ocasionó graves perjuicios a lo largo de su carrera deportiva: en 1978 fue sancionado con dos años sin disputar partidos europeos por agredir al arbitro germano-oriental Adolf Prokov; en 1986 escupió a Uli Stielike(ex-compañero) y le llamo mercenario, cuando este ya era jugador del Neuchatel, durante un partido de copa de la UEFA; en 1987 fue suspendido de partidos europeos durante cinco años por el famoso pisotón en la cabeza a Matthäus durante un Bayern de Munich-Real Madrid. Como curiosidad explicar que Juanito, como disculpa, regaló posteriormente a Matthäus un capote y un estoque de torero.
Pero esa raza dentro del campo, su entrega en cada partido fue lo que conquistó la grada del Bernabeú y lo elevo a la categoría de mito. Para la historia quedara cuando en las semifinales de la Copa de la Uefa de la temporada 84-85, el Madrid cayó en Italia en la ida ante el Inter, 2-0, y el irrepetible Juanito soltó al final del encuentro, en italiano macarrónico, una de las frases más famosas de la historia del fútbol: “Noventa minuti in Bernabéu son molto longo”. Esta frase resume el espíritu del malagueño, el espíritu de las remontadas, que le valió el reconocimeinto eterno de la aficción blanca.
Fue líder de un equipo dotado de una impresionante fortaleza, de un tremendo espíritu que nacía de hombres tan raciales como Benito, Camacho, Stielike, el propio Juanito y otros más que ofrecieron “su vida” por el Club. Juanito, “aprendiz de todo y maestro de nada”, que gustaba definirse, era capaz de transmitir estos sentimiento.
Como buen extremo nunca supo de términos medios: fue "Juanito" o "Don Juan", héroe o villano. Jamás defraudó a los que esperaban que sus actuaciones en el Real Madrid y en la selección le acreditaran como uno de los "grandes". Como tampoco defraudó a los que pensaban que, por encima de todo, estaba su amor hacia la institución blanca. Todavía hoy, más que nunca, sigue en el corazón de todos los madridistas.
Marcos Diego de Miguel
Juan Gómez Gónzalez, conocido como Juanito (Fuengirola, Málaga),comenzó su carrera en la primera división del futbol español con el Burgos C.F, donde llamo la atención del Real Madrid, que en el verano de 1976 lo ficha por 25 millones de pesetas.Como él mismo reconoció posteriormente, "llegar a esta casa era cono tocar el cielo, pues prefería ante todo al Real Madrid como equipo y a Madrid como ciudad". Sus palabras escondían un secreto anunciado a voces: El Barcelona también pujaba por él, pero el Madrid se le adelantó por muy pocos días. El malagueño se incorpora al Real Madrid en la temporada 1977-78, debutando con la camiseta blanca en México, ante el Guadalajara. Ese mismo año juega su primer partido en el Camp Nou, de imborrable recuerdo. El extremo hizo un partidazo, colaboró de forma decisiva en dos de los goles y el Madrid ganó 2-3, rompiendo una racha negativa que duraba siete años. Todo ello a pesar de estar aún convaleciente del botellazo sufrido días antes en Belgrado, jugando con la selección, y en donde el combinado español obtuvo el pasaporte para a Argentina tras doce años de ostracismo sin participar en un Mundial.
Una década de blanco
En los diez años que militó en el Real Madrid, Juanito fue capaz de dividir a parte de la parroquia blanca en dos corrientes de opinión. De un lado estaban sus admiradores, defensores a ultranza del temperamento racial. Del otro lado, los que preferían para el Madrid un modelo encorsetado, más conservador, de hacer y no decir. Pero ninguno discutía que el andaluz era un buen jugador, "a veces grande". En sus diez años en el Club consigue dos Copas de la UEFA, cuatro Ligas, dos Copas del Rey, una Copa de la Liga. Además, fue subcampeón de la Copa de Europa (1981) y subcampeón de la Recopa (1983). A título individual obtuvo un "Pichichi" en la Liga con 17 goles (1983-84).
Como jugador era listo, hábil, intuitivo y rápido.Temperamental dentro y fuera del campo, precisamente ese temperamento visceral le ocasionó graves perjuicios a lo largo de su carrera deportiva: en 1978 fue sancionado con dos años sin disputar partidos europeos por agredir al arbitro germano-oriental Adolf Prokov; en 1986 escupió a Uli Stielike(ex-compañero) y le llamo mercenario, cuando este ya era jugador del Neuchatel, durante un partido de copa de la UEFA; en 1987 fue suspendido de partidos europeos durante cinco años por el famoso pisotón en la cabeza a Matthäus durante un Bayern de Munich-Real Madrid. Como curiosidad explicar que Juanito, como disculpa, regaló posteriormente a Matthäus un capote y un estoque de torero.
Pero esa raza dentro del campo, su entrega en cada partido fue lo que conquistó la grada del Bernabeú y lo elevo a la categoría de mito. Para la historia quedara cuando en las semifinales de la Copa de la Uefa de la temporada 84-85, el Madrid cayó en Italia en la ida ante el Inter, 2-0, y el irrepetible Juanito soltó al final del encuentro, en italiano macarrónico, una de las frases más famosas de la historia del fútbol: “Noventa minuti in Bernabéu son molto longo”. Esta frase resume el espíritu del malagueño, el espíritu de las remontadas, que le valió el reconocimeinto eterno de la aficción blanca.
Fue líder de un equipo dotado de una impresionante fortaleza, de un tremendo espíritu que nacía de hombres tan raciales como Benito, Camacho, Stielike, el propio Juanito y otros más que ofrecieron “su vida” por el Club. Juanito, “aprendiz de todo y maestro de nada”, que gustaba definirse, era capaz de transmitir estos sentimiento.
Como buen extremo nunca supo de términos medios: fue "Juanito" o "Don Juan", héroe o villano. Jamás defraudó a los que esperaban que sus actuaciones en el Real Madrid y en la selección le acreditaran como uno de los "grandes". Como tampoco defraudó a los que pensaban que, por encima de todo, estaba su amor hacia la institución blanca. Todavía hoy, más que nunca, sigue en el corazón de todos los madridistas.
Marcos Diego de Miguel
domingo, 10 de abril de 2011
Tauromáquia ¿deporte o arte?
La tauromáquia, una actividad cultural típica en España es para unos un deporte y para muchos un arte. Idolatrada por unos y repudiada por otros, la tauromáquia en su rama del toreo exige una gran preparación física y mental digna de cualquier deporte extremo. El estrés al que se somete un torero cada corrida enfrentándose a un animal de 500 kg de peso mientras miles de ojos clavados sobre su nuca le exigen la máxima pureza en sus movimientos hace que el torero y su cuadrilla necesiten un plan específico de entrenamiento y disciplina.
Como si de la mismísima coreografía de la mejor compañía de danza se tratara, el torero entrena pases, movimientos y capotazos con los que posteriormente moverá al toro por la arena de la plaza. Durante toda su actuación la frecuencia cardiaca del matador esta entre un 70 y un 100% de pulsaciones lo que le exige gran capacidad pulmonar, un estado de forma que roce la perfección y un valor extraordinario.
Toda la tensión que recoge la mente de un torero hace que llegue hasta la extenuación física y agotamiento mental. Es una lucha cuerpo a cuerpo con el toro en la que un error puede costarle la vida. Para evitarlo es importante tener buenos reflejos que unido a una gran resistencia y velocidad de reacción hacen mejor o peor a un matador.
La exposición a lesiones es mayor en este "deporte" que en otros muchos. No sólo por las graves cogidas que provoca un asta de toro sino por las lesiones musculares provocadas por arranques explosivos de velocidad. Por otro lado la preparación mental es fundamental. Saber que en cada capotazo se juega su integridad física, con una frecuencia de 5 segundos sería inaguantable sin una concienciación mental. Por todos es sabido el gran valor que tienen los toreros para enfrentarse a semejante animal.
Como en cualquier deporte de masas, en el toreo también existen figuras reconocidas que destacan sobre otras. El arrimarse al toro lo máximo posible, la precisión de los pases y de los movimientos y la eficacia con la que culmina al toro hace que los cachés de unos superen los de otros. José Tomás es el torero por excelencia que reúne lo nombrado anteriormente. Se caracteriza por poseer un estilo personal, un toreo hondo, ser muy regular, practicar un toreo muy próximo al toro e imprimir intensidad en sus lances. Preciso en sus movimientos como el pintor que plasma una imagen en su lienzo, tanto aveces que ya ha sufrido graves cogidas. Todo esto hace que todos los focos se centren sobre él cuando sale a la plaza, cuelgue el cartel de "no hay billetes" en las taquillas meses antes de su actuación y gane en proporción tanto dinero como el mismo Lionel Messi en fútbol o Lebron James en la NBA.
Aspectos similares a los que reúnen deportes como el fútbol, el baloncesto y demás deportes de masas hacen considerar al toreo uno más de ellos. Graderíos llenos de gente sedienta de espectáculo, emoción en cada lance, lucha mano a mano animal-hombre, o la preparación física y mental que exige ser una figura del toreo son algunos de esos aspectos.
Julio López Uzal
Como si de la mismísima coreografía de la mejor compañía de danza se tratara, el torero entrena pases, movimientos y capotazos con los que posteriormente moverá al toro por la arena de la plaza. Durante toda su actuación la frecuencia cardiaca del matador esta entre un 70 y un 100% de pulsaciones lo que le exige gran capacidad pulmonar, un estado de forma que roce la perfección y un valor extraordinario.
Toda la tensión que recoge la mente de un torero hace que llegue hasta la extenuación física y agotamiento mental. Es una lucha cuerpo a cuerpo con el toro en la que un error puede costarle la vida. Para evitarlo es importante tener buenos reflejos que unido a una gran resistencia y velocidad de reacción hacen mejor o peor a un matador.
La exposición a lesiones es mayor en este "deporte" que en otros muchos. No sólo por las graves cogidas que provoca un asta de toro sino por las lesiones musculares provocadas por arranques explosivos de velocidad. Por otro lado la preparación mental es fundamental. Saber que en cada capotazo se juega su integridad física, con una frecuencia de 5 segundos sería inaguantable sin una concienciación mental. Por todos es sabido el gran valor que tienen los toreros para enfrentarse a semejante animal.
Como en cualquier deporte de masas, en el toreo también existen figuras reconocidas que destacan sobre otras. El arrimarse al toro lo máximo posible, la precisión de los pases y de los movimientos y la eficacia con la que culmina al toro hace que los cachés de unos superen los de otros. José Tomás es el torero por excelencia que reúne lo nombrado anteriormente. Se caracteriza por poseer un estilo personal, un toreo hondo, ser muy regular, practicar un toreo muy próximo al toro e imprimir intensidad en sus lances. Preciso en sus movimientos como el pintor que plasma una imagen en su lienzo, tanto aveces que ya ha sufrido graves cogidas. Todo esto hace que todos los focos se centren sobre él cuando sale a la plaza, cuelgue el cartel de "no hay billetes" en las taquillas meses antes de su actuación y gane en proporción tanto dinero como el mismo Lionel Messi en fútbol o Lebron James en la NBA.
Aspectos similares a los que reúnen deportes como el fútbol, el baloncesto y demás deportes de masas hacen considerar al toreo uno más de ellos. Graderíos llenos de gente sedienta de espectáculo, emoción en cada lance, lucha mano a mano animal-hombre, o la preparación física y mental que exige ser una figura del toreo son algunos de esos aspectos.
Julio López Uzal
viernes, 8 de abril de 2011
La hora de la verdad
Se acerca el final de temporada. Con ello llegan las prisas, las tensiones, los nervios... y los clásicos. La temporada 2010/2011 se recordará como aquella en la se jugaron más partidos entre los dos equipos más importantes del fútbol español. El Real Madrid y el F.C. Barcelona tendrán que verse las caras hasta en cuatro ocasiones en lo que resta de curso futbolístico.
El equipo de la ciudad condal, que actualmente marcha primero en la liga BBVA -primera división- a ocho puntos de su más cercano perseguidor, el Real Madrid, aclaró ayer las dudas previas al encuentro tras, sin mostrar el juego al que suele tener acostumbrado a sus seguidores, deshacerse con facilidad del Shaktar Donesk; por un contundente y definitivo (aunque se diga que hasta no se gana hasta que el árbitro no pita el final) 5-1. Los catalanes viajarán a Ucrania con los deberes hechos.
Por su parte, el equipo de la capital de España también allanó su camino hacia las semifinales de la Champions League tras imponerse por un llamativo 4-0, en un encuentro en el que los blancos superaron con creces al Tottenham inglés. Hacía tiempo, que no se vivía una noche europea tan mágica como la que se vivió el pasado martes, 5 de abril. Los aficionados, esta vez sí, mostraron su mejor faceta apoyando su equipo desde el minuto uno hasta el noventa.
Con estos resultados es fácil presagiar -salvo debacle futbolística en alguno de los dos escenarios de la vuelta de los cuartos- lo que se presenta durante el próximo mes de abril. Con la final de Copa del Rey -20 de abril en Valencia- entre Madrid y Barcelona, el clásico de liga que se jugará 4 días antes en el Santiago Bernabéu, y la eliminatoria de semifinales de la Copa de Campeones -27 de abril y 3 de mayo-, dos de los equipos más grandes de la historia del fúbol se enfrentarán entre sí hasta en 4 ocasiones.
La historia del fútbol nos ha enseñado que nada se puede prever en este deporte. Algo que sí es fácil de apreciar es la actual ventaja que el equipo azulgrana tiene actualmente en la liga. Con ocho puntos de ventaja, el Real Madrid no parece tener muchas oportunidades para poder alcanzarle y, mucho menos, superarle. Lo malo de dicha ventaja es que el partido de vuelta en el estadio madrileño no tendrá los alicientes de un gran partido.
Sin embargo el destino estaba prevenido para esta circunstancia y ha querido que el denominado el año pasado como el 'partido del siglo' se repita este mes de abril y el próximo mes de mayo las suficientes ocasiones como para que todo el mundo quede satisfecho, esperemos que así sea... que gane el mejor.
Juan Barrero Gutiérrez
El equipo de la ciudad condal, que actualmente marcha primero en la liga BBVA -primera división- a ocho puntos de su más cercano perseguidor, el Real Madrid, aclaró ayer las dudas previas al encuentro tras, sin mostrar el juego al que suele tener acostumbrado a sus seguidores, deshacerse con facilidad del Shaktar Donesk; por un contundente y definitivo (aunque se diga que hasta no se gana hasta que el árbitro no pita el final) 5-1. Los catalanes viajarán a Ucrania con los deberes hechos.
Por su parte, el equipo de la capital de España también allanó su camino hacia las semifinales de la Champions League tras imponerse por un llamativo 4-0, en un encuentro en el que los blancos superaron con creces al Tottenham inglés. Hacía tiempo, que no se vivía una noche europea tan mágica como la que se vivió el pasado martes, 5 de abril. Los aficionados, esta vez sí, mostraron su mejor faceta apoyando su equipo desde el minuto uno hasta el noventa.
Con estos resultados es fácil presagiar -salvo debacle futbolística en alguno de los dos escenarios de la vuelta de los cuartos- lo que se presenta durante el próximo mes de abril. Con la final de Copa del Rey -20 de abril en Valencia- entre Madrid y Barcelona, el clásico de liga que se jugará 4 días antes en el Santiago Bernabéu, y la eliminatoria de semifinales de la Copa de Campeones -27 de abril y 3 de mayo-, dos de los equipos más grandes de la historia del fúbol se enfrentarán entre sí hasta en 4 ocasiones.
La historia del fútbol nos ha enseñado que nada se puede prever en este deporte. Algo que sí es fácil de apreciar es la actual ventaja que el equipo azulgrana tiene actualmente en la liga. Con ocho puntos de ventaja, el Real Madrid no parece tener muchas oportunidades para poder alcanzarle y, mucho menos, superarle. Lo malo de dicha ventaja es que el partido de vuelta en el estadio madrileño no tendrá los alicientes de un gran partido.
Sin embargo el destino estaba prevenido para esta circunstancia y ha querido que el denominado el año pasado como el 'partido del siglo' se repita este mes de abril y el próximo mes de mayo las suficientes ocasiones como para que todo el mundo quede satisfecho, esperemos que así sea... que gane el mejor.
Juan Barrero Gutiérrez
jueves, 7 de abril de 2011
El regreso de la sonrisa olvidada
Llegaba el Real Madrid con el deseo de olvidar la machada de un Sporting de Gijón que el pasado sábado, bajo un día primaveral que invitaba a la goleada, dejaba la Liga vista para sentencia. Y así fue. El teatro en el que habitualmente se convierte el Santiago Bernabéu se vistió de gala. Tras siete años, y con sólo un integrante en la plantilla como testigo (Íker Casillas) del último precedente, los merengues iban a disputar por primera vez un partido de cuartos de final de la Liga de Campeones. Nadie quería perderse la cita. Y salvó Karim Benzema, José Mourinho pudo contar con su once tipo. Incluso Higuaín, tras su operación de hernia discal, y Kaká, después de creer que podría sumar y no restar a la escuadra blanca, volvían a vestirse de corto para ocupar un asiento privilegiado en el banquillo local.
Ni en el mejor de los guiones soñado por cualquiera de los más de 80.000 fervientes seguidores del Real Madrid se encontraba el 4-0 con el que el conjunto blanco certificó virtualmente su pase a las semifinales. Enfrente, un Tottenham a quien las ganas y la ilusión de un debutante -era la primera vez que los londinenses accedían a unos cuartos de final de la máxima competición europea- pronto se tornaron en presión, ansiedad y miedo escénico. Con una inusitada prudencia ante los medios, Mourinho veía con buenos ojos un empate sin goles hoy. Por desgracia, la eliminatoria ha quedado resuelta en 90 minutos.
De bajar la euforia de los miles de hinchas ingleses desplazados hasta la capital, aderezada con fuertes dosis de cerveza y polvos blancos, se encargó Emmanuel Adebayor. El delantero recuperó la fuerza que había perdido tras esquilar sus rastas y con un certero cabezazo abrió el marcador a los cuatro minutos. Apenas diez minutos después, el espárrago Peter Crouch quiso demostrar que lo que tiene de alto lo tiene de imprudente y frívolo. Dos entradas a destiempo dejaban con diez hombres a los de Harry Redknapp. Luces, camaras...monólogo blanco en Concha Espina.
Tras la innecesaria demostración de hombría del larguirucho delantero inglés, Redknapp tuvo que recomponer su esquema. Más aún cuando en el calentamiento las molestias le obligaron a prescindir de uno de sus 'galgos' como Aaron Lennon. Con un solitario Rafael Van der Vaart en punta y el 'mago' Modric cayendo a la izquierda, los 'Spurs' perdían su esencia y quedeban desactivados en ataque. Tan solo un par de acciones aisladas de Gareth Bale, endulzadas con las dudas de Sergio Ramos a la hora de tratar de parar a un atleta capaz de correr cien metros en 11.40 segundos, hicieron encoger las gargantas de la crecida parroquía madridista.
Olía a goleada. Sólo faltaba tiempo para conseguir abrir alguna grieta hasta el, por el momento, infranqueable muro inglés. Resistieron hasta el descanso. Tras el cuarto de hora en los vestuarios los blancos salieron en tromba y, como suele ser cortesía de Mou, con los mismos once protagonistas de la primera mitad. Marcelo seguía dando muestras de su gran campaña. La misma que, si estuvieramos en la NBA, le otorgaría el galardón al Jugador con Mayor Progresión. La banda izquierda parece que tiene el puesto asegurado por muchos años. Pero precisamente era eso lo que echaban en falta los monologuistas: juego por las bandas.
De uno de los infinitos saques de esquina llegó el llamado gol de la tranquilidad. La brújula Xabi Alonso sacó en corto para Marcelo quien, tras avanzar unos metros, la puso al corazón del área para que un gigante africano se elevara por encima de la defensa e impactara con la testa poniendo el esférico fuera del alcance del meta inglés. No se esperaba menos en Chamartín. Segundo gol para el togolés que, con los de hoy, eleva su estadística hasta las diez dianas en sus duelos directos ante los londinenses.
Tras el gol, más de lo mismo. Salió Lass en sustitución de Khedira en uno de los movimientos de estrategia más comunes a la vez que previsibles. La vida seguía igual. Por parte visitante, con un Bale dando muestras de cierto cansancio -también reaparecía tras varias semanas de baja- sólo Defoe lo intentó en solitario sin demasiada fortuna. Siguió el asedio blanco ante un rival que había presentado su rendición hacía algún tiempo. Todavía tuvo tiempo Adebayor otro cabezazo que logró sacar el desquiciado Gomes antes de que Mourinho regalara la ovación de un Bernabéu que se prolongaría hasta la entrada del 'Pipita'.
Cinco minutos después, en el 71, haciendo honor a su nombre, Ángel Di María, el hombre que auna fealdad en su rostro y calidad en su zurda a partes iguales, recibió el balón tras un golpe de fortunios varios regateó hacia fuera desde la derecha para perfilarse con su pierna buena y conectar un zapatazo que arrancó de cuajo las telaraña de la escuadra derecha de la portería rival. Un lienzo pintado con pincel muy fino.
La excusa perfecta para que un radiante Mourinho decidiera dar entrada a Kaká a quien el respetable recibió con cierta frialdad, la misma que transmite el '8' madridista con un barba de tres días impropia para un hombre de sus ideales. Con algo más de diez minutos por jugarse y la lonja vacía tras una excelente jornada de pesca, sólo había algo que podía rematar la faena: calmar las ansias de Cristiano. Y así fue. A falta de cuatro minutos para el final del tiempo reglamentario, en la enésima internada por la izquierda en la segunda parte, Kaká la puso larga al segundo palo y, como un regalo caído del cielo, el esférico fue a parar al hombre que quiere todos los balones para que empalmara con su pierna derecha y batiera por bajo a un Gomes que debería haber despejado antes de que el balón confirmara la goleada y besara las mallas de la portería.
Una noche de las que crean afición. Hacía tiempo que el Santiago Bernabéu no vivía una comunión tan evidente entre el equipo y la afición. La victoria, a falta del encuentro de vuelta que tendra lugar en el mítico White Hart Lane el próximo miércoles día 13, deja a tiro unas casi olvidadas semifinales de 'Champions'. Y por qué no decirlo, hace olvidar la impotencia que invade los corazones madridistas cuando recuerdadn la existencia de un Goliat llamado Barcelona, el único que es capaz de hacer borrar del rostro su rejuvenecida sonrisa.
Y es que 11 minutos después de salir del tunel de vestuarios, el 2-4 no hacía más que confirmar las lagunas defensivas del conjunto dirigido por el brasileño Leonardo. Raúl, frente a los impotentes Chivu y Ranocchia, hizo el milagro del gol. Ranocchia, en la siguiente jugada cortó un centro y lo convirtió en autogol: 2-4. Seis minutos después, Chivu veía la segunda tarjeta amarilla: expulsado. Los locales, más que con el corazón que con la cabeza, trataron de retomar unas riendas que nunca tuvieron.
Como suele pasar en estos casos, con el encuentro partido en dos, un zurdazo sensacional desde la frontal del área del delantero brasileño Edu sirvió para colocar la puntilla en el minuto 76 de partido. De ahí en adelante, el conjunto de Felix Magath, que recientemente ha anunciado su marcha del equipo la próxima campaña, sólo pudo asomar de sus rostros una tremenda sonrisa. Mucho tendrán que cambiar las cosas para que el Inter, que ya fue capaz de dar la vuelta a la eliminatoria en octavos frente al Bayern de Munich, esté en semifinales.
Jaime Castillo Gallardo
Ni en el mejor de los guiones soñado por cualquiera de los más de 80.000 fervientes seguidores del Real Madrid se encontraba el 4-0 con el que el conjunto blanco certificó virtualmente su pase a las semifinales. Enfrente, un Tottenham a quien las ganas y la ilusión de un debutante -era la primera vez que los londinenses accedían a unos cuartos de final de la máxima competición europea- pronto se tornaron en presión, ansiedad y miedo escénico. Con una inusitada prudencia ante los medios, Mourinho veía con buenos ojos un empate sin goles hoy. Por desgracia, la eliminatoria ha quedado resuelta en 90 minutos.
De bajar la euforia de los miles de hinchas ingleses desplazados hasta la capital, aderezada con fuertes dosis de cerveza y polvos blancos, se encargó Emmanuel Adebayor. El delantero recuperó la fuerza que había perdido tras esquilar sus rastas y con un certero cabezazo abrió el marcador a los cuatro minutos. Apenas diez minutos después, el espárrago Peter Crouch quiso demostrar que lo que tiene de alto lo tiene de imprudente y frívolo. Dos entradas a destiempo dejaban con diez hombres a los de Harry Redknapp. Luces, camaras...monólogo blanco en Concha Espina.
Tras la innecesaria demostración de hombría del larguirucho delantero inglés, Redknapp tuvo que recomponer su esquema. Más aún cuando en el calentamiento las molestias le obligaron a prescindir de uno de sus 'galgos' como Aaron Lennon. Con un solitario Rafael Van der Vaart en punta y el 'mago' Modric cayendo a la izquierda, los 'Spurs' perdían su esencia y quedeban desactivados en ataque. Tan solo un par de acciones aisladas de Gareth Bale, endulzadas con las dudas de Sergio Ramos a la hora de tratar de parar a un atleta capaz de correr cien metros en 11.40 segundos, hicieron encoger las gargantas de la crecida parroquía madridista.
Olía a goleada. Sólo faltaba tiempo para conseguir abrir alguna grieta hasta el, por el momento, infranqueable muro inglés. Resistieron hasta el descanso. Tras el cuarto de hora en los vestuarios los blancos salieron en tromba y, como suele ser cortesía de Mou, con los mismos once protagonistas de la primera mitad. Marcelo seguía dando muestras de su gran campaña. La misma que, si estuvieramos en la NBA, le otorgaría el galardón al Jugador con Mayor Progresión. La banda izquierda parece que tiene el puesto asegurado por muchos años. Pero precisamente era eso lo que echaban en falta los monologuistas: juego por las bandas.
De uno de los infinitos saques de esquina llegó el llamado gol de la tranquilidad. La brújula Xabi Alonso sacó en corto para Marcelo quien, tras avanzar unos metros, la puso al corazón del área para que un gigante africano se elevara por encima de la defensa e impactara con la testa poniendo el esférico fuera del alcance del meta inglés. No se esperaba menos en Chamartín. Segundo gol para el togolés que, con los de hoy, eleva su estadística hasta las diez dianas en sus duelos directos ante los londinenses.
Tras el gol, más de lo mismo. Salió Lass en sustitución de Khedira en uno de los movimientos de estrategia más comunes a la vez que previsibles. La vida seguía igual. Por parte visitante, con un Bale dando muestras de cierto cansancio -también reaparecía tras varias semanas de baja- sólo Defoe lo intentó en solitario sin demasiada fortuna. Siguió el asedio blanco ante un rival que había presentado su rendición hacía algún tiempo. Todavía tuvo tiempo Adebayor otro cabezazo que logró sacar el desquiciado Gomes antes de que Mourinho regalara la ovación de un Bernabéu que se prolongaría hasta la entrada del 'Pipita'.
Cinco minutos después, en el 71, haciendo honor a su nombre, Ángel Di María, el hombre que auna fealdad en su rostro y calidad en su zurda a partes iguales, recibió el balón tras un golpe de fortunios varios regateó hacia fuera desde la derecha para perfilarse con su pierna buena y conectar un zapatazo que arrancó de cuajo las telaraña de la escuadra derecha de la portería rival. Un lienzo pintado con pincel muy fino.
La excusa perfecta para que un radiante Mourinho decidiera dar entrada a Kaká a quien el respetable recibió con cierta frialdad, la misma que transmite el '8' madridista con un barba de tres días impropia para un hombre de sus ideales. Con algo más de diez minutos por jugarse y la lonja vacía tras una excelente jornada de pesca, sólo había algo que podía rematar la faena: calmar las ansias de Cristiano. Y así fue. A falta de cuatro minutos para el final del tiempo reglamentario, en la enésima internada por la izquierda en la segunda parte, Kaká la puso larga al segundo palo y, como un regalo caído del cielo, el esférico fue a parar al hombre que quiere todos los balones para que empalmara con su pierna derecha y batiera por bajo a un Gomes que debería haber despejado antes de que el balón confirmara la goleada y besara las mallas de la portería.
Una noche de las que crean afición. Hacía tiempo que el Santiago Bernabéu no vivía una comunión tan evidente entre el equipo y la afición. La victoria, a falta del encuentro de vuelta que tendra lugar en el mítico White Hart Lane el próximo miércoles día 13, deja a tiro unas casi olvidadas semifinales de 'Champions'. Y por qué no decirlo, hace olvidar la impotencia que invade los corazones madridistas cuando recuerdadn la existencia de un Goliat llamado Barcelona, el único que es capaz de hacer borrar del rostro su rejuvenecida sonrisa.
Alegría por partida doble
En el otro encuentro de cuartos previsto para este martes el Schalke 04 silenció al Giuseppe Meazza con una sorprendente goleada (2-5) frente a un Inter de Milán, vigente campeón de la competición, que fue aniquilado sin miramientos. Tras unos primeros 45 minutos de un juego más vivo y rápido al que están acostumbrados, la afición 'neroazurra' se preguntaba si el 2-2 que señalaba el electrónico les serviría. La respuesta tendría un claro signo negativo.Y es que 11 minutos después de salir del tunel de vestuarios, el 2-4 no hacía más que confirmar las lagunas defensivas del conjunto dirigido por el brasileño Leonardo. Raúl, frente a los impotentes Chivu y Ranocchia, hizo el milagro del gol. Ranocchia, en la siguiente jugada cortó un centro y lo convirtió en autogol: 2-4. Seis minutos después, Chivu veía la segunda tarjeta amarilla: expulsado. Los locales, más que con el corazón que con la cabeza, trataron de retomar unas riendas que nunca tuvieron.
Como suele pasar en estos casos, con el encuentro partido en dos, un zurdazo sensacional desde la frontal del área del delantero brasileño Edu sirvió para colocar la puntilla en el minuto 76 de partido. De ahí en adelante, el conjunto de Felix Magath, que recientemente ha anunciado su marcha del equipo la próxima campaña, sólo pudo asomar de sus rostros una tremenda sonrisa. Mucho tendrán que cambiar las cosas para que el Inter, que ya fue capaz de dar la vuelta a la eliminatoria en octavos frente al Bayern de Munich, esté en semifinales.
Jaime Castillo Gallardo
martes, 5 de abril de 2011
Una estrella diferente
Englewood es uno de los barrios más peligrosos de los Estados Unidos. Ubicado en el 'Southside' de Chicago, nada ni nadie es capaz de hacer olvidar la dureza del día a día a sus gentes. Una cruda realidad donde drogas, bandas callejeras, violencia o crímenes son sólo algunos de los vocablos más recurrentes a la hora de explicar la esencia de esta burbuja de marginalidad y exclusión a escasos minutos del centro de uno de los diez núcleos financieros más importantes del mundo. Lejos de ese enclave se erige el United Center, la cancha de los Bulls. La casa que, junto al antiguo Chicago Stadium, fue testigo del ascenso del que posiblemente sea el mejor jugador que jamás se haya visto sobre un parqué. Pero los tiempos han cambiado y de Michael Jordan sólo queda la estatua en los aledaños y la camiseta con el '23' colgada sobre el techo del pabellón. ¿O quizás no?
Después de la consecución del sexto anillo para la franquicia en 1998, el equipo no fue el mismo. Años de bandazos en los que, a pesar de contar con una interminable ristra de jóvenes promesas casi cada año, no lograron consolidar un proyecto que les permitiera ser un equipo temido en la por aquel entonces liviana Conferencia Este. Sin embargo, la sonrisa ha regresado a la ciudad del viento. La culpa es de un vecino de Englewood: Derrick Rose. Con 22 años en su tercera temporada en la liga, tras ser el primer 'point guard' seleccionado en el puesto uno del draft (2008) después de que un tal Allen Iverson lo consiguiera allá por 1996, el base titular de los Bulls no deja de sorprender. Un hombre hecho a sí mismo gracias a una infancia y juventud difíciles que le han enseñado a valorar más las pequeñas cosas, no dejarse obnubilar por su cartel de estrella y, sobre todo, no olvidar sus orígenes.
A diferencia de otras grandes estrellas como Kobe Bryant, Shaquille O'Neal o el propio Michael Jordan, Rose no lo tuvo fácil. Nació y creció en las 'projects' (similares a las viviendas de protección oficial existentes en nuestro país) de Englewood bajo el cobijo de su madre y su abuela materna. 'Poohdini', apodo cariñoso basado en el famoso oso de dibujos animados 'Winnie The Pooh' con el que reconcían al niño de sus ojos, no tuvo la ocasión de conocer a su padre. Por suerte, sus tres hermanos mayores Allen, Dwyane y Reggie suplieron esa carencia y lograron guiarle por el camino correcto. A imagen y semejanza de Compton en Los Ángeles, 'La Farmacia' en Baltimore o el Bronx o Harlem en Nueva York, la vida en los suburbios de las grandes urbes estadounidenses no es sencilla.
En 1991, cuando Rose tenía tres años, se contabilizaron un total de 81 asesinatos en Englewood. Datos más recientes atestiguan una disminución del índice de criminalidad aunque no por ello situación deja de preocupar. Si en 2009 la cifra fue de 49 muertes violentas y el pasado año se quedó en 42, sólo en las tres primeras semanas de 2011 ha habido que lamentar tres homicidios. "Yo solía tener ese sexto sentido. Me daba cuenta de cuando había problemas. Puedes sentirlo en los huesos. 'Oh, llegó el momento de irse'... Y corría a casa tan rápido como podía", reconocía el jugador en una entrevista el pasado enero.
La mayoría de las víctimas eran menores de treinta años y el móvil de los crímenes solía estar ligado a la eterna lucha entre bandas (gangs). Pequeños reductos donde el fracaso escolar entre los más jovenes y las elevadas tasas de desempleo obligan a copar, dada la escasa cualificación y las exigencias económicas de la educación superior estadounidense, los puestos más bajos del escalafón social. Los vecinos, en su mayoría de origen afroamericano, se ven inmersos en una dinámica de frustración, fracaso y resignación difícilmente eliminable. Ello unido a la segregación y marginación racial existente en gran parte de la geografía norteamericana conforman este desalentador escenario. ¿Cómo salir de la espiral del gueto? En el caso de Rose, a quien su apellido no hace honores a las vicisitudes de su infancia y adolescencia, el baloncesto fue la vía de escape. A escasos metros de la humilde morada de la familia Rose se encuentra Murray Park. Un playground donde el número uno (tanto por dorsal como por jerarquía en el equipo) pasaba las horas botando y lanzando contra el aro una y otra vez. Como tantos muchos otros su sueño era llegar a la cima.
Haciendo suyo el "In this great future you can't forget your past" (En este mejor futuro no podrás olvidar tu pasado), que rezaba uno de los éxitos de Bob Marley, Rose siempre ha tenido muy claro que esta nueva vida, llena de éxito, no podrá borrar sus recuerdos. En un tono humanizante declaraba al diario francés 'L'Équipe': "Cuando juego un mal partido o simplemente tengo un mal día, recuerdo aquellos momentos. Creo que hay cosas más importantes que un partido de baloncesto", reconoce con sinceridad.
Como buen chico de barrio es consciente de sus orígenes y no los olvida. De hecho hay recuerdos que permanecerán con él hasta el final de sus días. Nos referimos a sus, por el momento, nueve tatuajes. Grabados de tinta que van desde el 'Englewood' de su antebrazo derecho, pasando por el 'Family First' (la familia primero) de su pecho hasta las alas de ángel que, junto a unas manos, protegen a un recién nacido.
De la misma forma que las grafías e imágenes sobre su piel, los dorsales a lo largo de su carrera también han guardado en cirto modo relación con su hogar. El '25' que lució con el instituto de Simeon Career Academy, al que lideró a la consecución de dos campeonatos estatales consecutivos, tiene su razón de ser en la figura de su vecino Benji Wilson. El que fuera elegido mejor jugador de 'high school' en 1984 fue asesinado en plena calle a los 17 años justo antes de dar el salto a profesional. Ya en la NCAA el '23' ocupó su espalda. Pero este hecho nada tuvo que ver con 'su majestad' sino con otra promesa de instituto: Ronnie Fields. Un accidente de coche trunco la prometedora carrera del que fuera compañero de Kevin Garnett en la Farragut Academy. A pesar sus espectaculares inicios, no fue elegido en el draft de 1987 y ha estado vagando por ligas menores domésticas y de medio planeta.
Permanece impasible aún cuando los más de 20.000 flamantes seguidores de los Bulls corean al unísono aquello de 'MVP, MVP, MVP', cuando el orgullo de la ciudad completa algunas de las acciones más espectaculares de la campaña. De momento, sus promedios además de los buenos resultados del equipo, le colocan como el máximo favorito a recibir el reconocimiento a final de temporada.
"Dios tiene algo que ver en todo esto. Es el destino. Soy de aquí y no me voy a ir nunca", comentó el verano de 2008 cuando los Bulls le eligieron en la primera posición. Tras ser nombrado mejor novato del año al año siguiente, su leyenda comenzó a fraguarse. En su año 'sophomore' logró que los técnicos del Este le incluyeran en la lista de 12 jugadores que disputarían el All-Star en el Cowboys Stadium de Dallas. Sin embargo, esta campaña, tras ser una de las piezas angulares de la joven selección estadounidense que recuperara el cetro mundial en Turquía y convertirse en el primer jugador de los Bulls titular en un All-Star desde que Jordan lo lograra en 1998, ha sido la de su presentación oficial como verdadero hombre determinante de la liga. "Es toda una lección, una inspiración para nosotros" ha llegado a declarar un Joakim Noah que se siente muy cómodo al lado de su director de orquesta.
Rose es el octavo mejor anotador (24.6 puntos) y el décimo mejor en asistencias con (8.1), lo que le convierte en el único jugador actualmente en la NBA que está entre los diez mejores tanto en sendos apartados estadísticos. Circunstancia con un sólo precedente en la historia de los Bulls, cuando en la temporada 1988-89 Michael Jordan lideraba la liga en puntos (32.5) y era décimo en asistencias (8). A pesar de no contar con un 'Big Three' tan glamuroso como el de los Heat, el de los Knicks, Celtics o Lakers, hace tiempo que son una contrastada realidad. Los datos hablan por sí solos: el balance de 44-18 que les consolida en la seunda posición de la Conferencia Este no es fruto de la casualidad. De hecho, los Bulls tienen una marca de 10-1 ante los grandes candidatos al anillo con victorias sobre Lakers, Celtics (únicos capaces de superarles el pasado 3 de diciembre por 102-94), Heat (tres veces), Magic (dos veces), Mavericks Spurs y Thunder.
Este miércoles los chicos de Tom Thibodeau, uno de los candidatos a recibir el galardón al mejor entrenador del año, visitarán el Time Warner Cable Arena para enfrentarse a los Bobcats. Como viene siendo habitual, el máximo accionista del equipo de Charlotte, Michael Jordan, ocupará su asiento al lado del banquillo y contemplará como Derrick Rose continua presentando sus credenciales a ser MVP.
Jaime Castillo Gallardo
Después de la consecución del sexto anillo para la franquicia en 1998, el equipo no fue el mismo. Años de bandazos en los que, a pesar de contar con una interminable ristra de jóvenes promesas casi cada año, no lograron consolidar un proyecto que les permitiera ser un equipo temido en la por aquel entonces liviana Conferencia Este. Sin embargo, la sonrisa ha regresado a la ciudad del viento. La culpa es de un vecino de Englewood: Derrick Rose. Con 22 años en su tercera temporada en la liga, tras ser el primer 'point guard' seleccionado en el puesto uno del draft (2008) después de que un tal Allen Iverson lo consiguiera allá por 1996, el base titular de los Bulls no deja de sorprender. Un hombre hecho a sí mismo gracias a una infancia y juventud difíciles que le han enseñado a valorar más las pequeñas cosas, no dejarse obnubilar por su cartel de estrella y, sobre todo, no olvidar sus orígenes.
A diferencia de otras grandes estrellas como Kobe Bryant, Shaquille O'Neal o el propio Michael Jordan, Rose no lo tuvo fácil. Nació y creció en las 'projects' (similares a las viviendas de protección oficial existentes en nuestro país) de Englewood bajo el cobijo de su madre y su abuela materna. 'Poohdini', apodo cariñoso basado en el famoso oso de dibujos animados 'Winnie The Pooh' con el que reconcían al niño de sus ojos, no tuvo la ocasión de conocer a su padre. Por suerte, sus tres hermanos mayores Allen, Dwyane y Reggie suplieron esa carencia y lograron guiarle por el camino correcto. A imagen y semejanza de Compton en Los Ángeles, 'La Farmacia' en Baltimore o el Bronx o Harlem en Nueva York, la vida en los suburbios de las grandes urbes estadounidenses no es sencilla.
En 1991, cuando Rose tenía tres años, se contabilizaron un total de 81 asesinatos en Englewood. Datos más recientes atestiguan una disminución del índice de criminalidad aunque no por ello situación deja de preocupar. Si en 2009 la cifra fue de 49 muertes violentas y el pasado año se quedó en 42, sólo en las tres primeras semanas de 2011 ha habido que lamentar tres homicidios. "Yo solía tener ese sexto sentido. Me daba cuenta de cuando había problemas. Puedes sentirlo en los huesos. 'Oh, llegó el momento de irse'... Y corría a casa tan rápido como podía", reconocía el jugador en una entrevista el pasado enero.
La mayoría de las víctimas eran menores de treinta años y el móvil de los crímenes solía estar ligado a la eterna lucha entre bandas (gangs). Pequeños reductos donde el fracaso escolar entre los más jovenes y las elevadas tasas de desempleo obligan a copar, dada la escasa cualificación y las exigencias económicas de la educación superior estadounidense, los puestos más bajos del escalafón social. Los vecinos, en su mayoría de origen afroamericano, se ven inmersos en una dinámica de frustración, fracaso y resignación difícilmente eliminable. Ello unido a la segregación y marginación racial existente en gran parte de la geografía norteamericana conforman este desalentador escenario. ¿Cómo salir de la espiral del gueto? En el caso de Rose, a quien su apellido no hace honores a las vicisitudes de su infancia y adolescencia, el baloncesto fue la vía de escape. A escasos metros de la humilde morada de la familia Rose se encuentra Murray Park. Un playground donde el número uno (tanto por dorsal como por jerarquía en el equipo) pasaba las horas botando y lanzando contra el aro una y otra vez. Como tantos muchos otros su sueño era llegar a la cima.
Haciendo suyo el "In this great future you can't forget your past" (En este mejor futuro no podrás olvidar tu pasado), que rezaba uno de los éxitos de Bob Marley, Rose siempre ha tenido muy claro que esta nueva vida, llena de éxito, no podrá borrar sus recuerdos. En un tono humanizante declaraba al diario francés 'L'Équipe': "Cuando juego un mal partido o simplemente tengo un mal día, recuerdo aquellos momentos. Creo que hay cosas más importantes que un partido de baloncesto", reconoce con sinceridad.
Como buen chico de barrio es consciente de sus orígenes y no los olvida. De hecho hay recuerdos que permanecerán con él hasta el final de sus días. Nos referimos a sus, por el momento, nueve tatuajes. Grabados de tinta que van desde el 'Englewood' de su antebrazo derecho, pasando por el 'Family First' (la familia primero) de su pecho hasta las alas de ángel que, junto a unas manos, protegen a un recién nacido.
De la misma forma que las grafías e imágenes sobre su piel, los dorsales a lo largo de su carrera también han guardado en cirto modo relación con su hogar. El '25' que lució con el instituto de Simeon Career Academy, al que lideró a la consecución de dos campeonatos estatales consecutivos, tiene su razón de ser en la figura de su vecino Benji Wilson. El que fuera elegido mejor jugador de 'high school' en 1984 fue asesinado en plena calle a los 17 años justo antes de dar el salto a profesional. Ya en la NCAA el '23' ocupó su espalda. Pero este hecho nada tuvo que ver con 'su majestad' sino con otra promesa de instituto: Ronnie Fields. Un accidente de coche trunco la prometedora carrera del que fuera compañero de Kevin Garnett en la Farragut Academy. A pesar sus espectaculares inicios, no fue elegido en el draft de 1987 y ha estado vagando por ligas menores domésticas y de medio planeta.
Algo poco habitual
Su pasado ha sido uno de los factores que han forjado una personalidad humilde, tranquila y alejada del ego que caracteriza a los grandes jugadores. Hace anuncios, como todos. Acude a eventos, como todos. Pero en ninguno de ellos desentona. Los periodistas que le conocen así lo corroboran: "Siempre abierto y cercano, responde sin pensar en las consecuencias que sus palabras puedan tener. Mientras, otras superestrellas cambian en cierto modo sus opiniones con el objeto de cubrirse de las críticas".Permanece impasible aún cuando los más de 20.000 flamantes seguidores de los Bulls corean al unísono aquello de 'MVP, MVP, MVP', cuando el orgullo de la ciudad completa algunas de las acciones más espectaculares de la campaña. De momento, sus promedios además de los buenos resultados del equipo, le colocan como el máximo favorito a recibir el reconocimiento a final de temporada.
El orgullo de una ciudad
Tras un encuentro en el United Center, tres jóvenes aficionados inician el camino de vuelta a casa cuando un coche blanco frena ante ellos y baja la ventanilla. "Ey, sólo quiero daros las gracias por venir. Realmente se lo agradezco" dijo Derrick Rose. Los jóvenes quedaron estupefactos. "¡Y gracias por usar mi camiseta también!", comentó a uno de los chicos que lucía con orgullo el '1' de los Bulls. Los muchachos no daban crédito hasta que uno de ellos, Martin Campoverde balbuceó: "¿Qué se siente al jugar en tu ciudad natal?" Rose hizo una pausa para decir en medio de una gran sonrisa: "Lo más grande que me ha pasado. Es la mejor ciudad del mundo"."Dios tiene algo que ver en todo esto. Es el destino. Soy de aquí y no me voy a ir nunca", comentó el verano de 2008 cuando los Bulls le eligieron en la primera posición. Tras ser nombrado mejor novato del año al año siguiente, su leyenda comenzó a fraguarse. En su año 'sophomore' logró que los técnicos del Este le incluyeran en la lista de 12 jugadores que disputarían el All-Star en el Cowboys Stadium de Dallas. Sin embargo, esta campaña, tras ser una de las piezas angulares de la joven selección estadounidense que recuperara el cetro mundial en Turquía y convertirse en el primer jugador de los Bulls titular en un All-Star desde que Jordan lo lograra en 1998, ha sido la de su presentación oficial como verdadero hombre determinante de la liga. "Es toda una lección, una inspiración para nosotros" ha llegado a declarar un Joakim Noah que se siente muy cómodo al lado de su director de orquesta.
Rose es el octavo mejor anotador (24.6 puntos) y el décimo mejor en asistencias con (8.1), lo que le convierte en el único jugador actualmente en la NBA que está entre los diez mejores tanto en sendos apartados estadísticos. Circunstancia con un sólo precedente en la historia de los Bulls, cuando en la temporada 1988-89 Michael Jordan lideraba la liga en puntos (32.5) y era décimo en asistencias (8). A pesar de no contar con un 'Big Three' tan glamuroso como el de los Heat, el de los Knicks, Celtics o Lakers, hace tiempo que son una contrastada realidad. Los datos hablan por sí solos: el balance de 44-18 que les consolida en la seunda posición de la Conferencia Este no es fruto de la casualidad. De hecho, los Bulls tienen una marca de 10-1 ante los grandes candidatos al anillo con victorias sobre Lakers, Celtics (únicos capaces de superarles el pasado 3 de diciembre por 102-94), Heat (tres veces), Magic (dos veces), Mavericks Spurs y Thunder.
Este miércoles los chicos de Tom Thibodeau, uno de los candidatos a recibir el galardón al mejor entrenador del año, visitarán el Time Warner Cable Arena para enfrentarse a los Bobcats. Como viene siendo habitual, el máximo accionista del equipo de Charlotte, Michael Jordan, ocupará su asiento al lado del banquillo y contemplará como Derrick Rose continua presentando sus credenciales a ser MVP.
Jaime Castillo Gallardo
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