Este sábado se cumplen 19 años del trágico fallecimiento de Juan Gómez, Juanito, en accidente de tráfico. El aniversario coincide con un día de partido del Real Madrid en el Bernabéu. Un estadio que, desde hace casi dos décadas, recuerda en el minuto 7 de cada partido la figura del genial futbolista malagueño.Un ritual que, sin duda, volverá a repetirse este sábado.
Juan Gómez Gónzalez, conocido como Juanito (Fuengirola, Málaga),comenzó su carrera en la primera división del futbol español con el Burgos C.F, donde llamo la atención del Real Madrid, que en el verano de 1976 lo ficha por 25 millones de pesetas.Como él mismo reconoció posteriormente, "llegar a esta casa era cono tocar el cielo, pues prefería ante todo al Real Madrid como equipo y a Madrid como ciudad". Sus palabras escondían un secreto anunciado a voces: El Barcelona también pujaba por él, pero el Madrid se le adelantó por muy pocos días. El malagueño se incorpora al Real Madrid en la temporada 1977-78, debutando con la camiseta blanca en México, ante el Guadalajara. Ese mismo año juega su primer partido en el Camp Nou, de imborrable recuerdo. El extremo hizo un partidazo, colaboró de forma decisiva en dos de los goles y el Madrid ganó 2-3, rompiendo una racha negativa que duraba siete años. Todo ello a pesar de estar aún convaleciente del botellazo sufrido días antes en Belgrado, jugando con la selección, y en donde el combinado español obtuvo el pasaporte para a Argentina tras doce años de ostracismo sin participar en un Mundial.
Una década de blanco
En los diez años que militó en el Real Madrid, Juanito fue capaz de dividir a parte de la parroquia blanca en dos corrientes de opinión. De un lado estaban sus admiradores, defensores a ultranza del temperamento racial. Del otro lado, los que preferían para el Madrid un modelo encorsetado, más conservador, de hacer y no decir. Pero ninguno discutía que el andaluz era un buen jugador, "a veces grande". En sus diez años en el Club consigue dos Copas de la UEFA, cuatro Ligas, dos Copas del Rey, una Copa de la Liga. Además, fue subcampeón de la Copa de Europa (1981) y subcampeón de la Recopa (1983). A título individual obtuvo un "Pichichi" en la Liga con 17 goles (1983-84).
Como jugador era listo, hábil, intuitivo y rápido.Temperamental dentro y fuera del campo, precisamente ese temperamento visceral le ocasionó graves perjuicios a lo largo de su carrera deportiva: en 1978 fue sancionado con dos años sin disputar partidos europeos por agredir al arbitro germano-oriental Adolf Prokov; en 1986 escupió a Uli Stielike(ex-compañero) y le llamo mercenario, cuando este ya era jugador del Neuchatel, durante un partido de copa de la UEFA; en 1987 fue suspendido de partidos europeos durante cinco años por el famoso pisotón en la cabeza a Matthäus durante un Bayern de Munich-Real Madrid. Como curiosidad explicar que Juanito, como disculpa, regaló posteriormente a Matthäus un capote y un estoque de torero.
Pero esa raza dentro del campo, su entrega en cada partido fue lo que conquistó la grada del Bernabeú y lo elevo a la categoría de mito. Para la historia quedara cuando en las semifinales de la Copa de la Uefa de la temporada 84-85, el Madrid cayó en Italia en la ida ante el Inter, 2-0, y el irrepetible Juanito soltó al final del encuentro, en italiano macarrónico, una de las frases más famosas de la historia del fútbol: “Noventa minuti in Bernabéu son molto longo”. Esta frase resume el espíritu del malagueño, el espíritu de las remontadas, que le valió el reconocimeinto eterno de la aficción blanca.
Fue líder de un equipo dotado de una impresionante fortaleza, de un tremendo espíritu que nacía de hombres tan raciales como Benito, Camacho, Stielike, el propio Juanito y otros más que ofrecieron “su vida” por el Club. Juanito, “aprendiz de todo y maestro de nada”, que gustaba definirse, era capaz de transmitir estos sentimiento.
Como buen extremo nunca supo de términos medios: fue "Juanito" o "Don Juan", héroe o villano. Jamás defraudó a los que esperaban que sus actuaciones en el Real Madrid y en la selección le acreditaran como uno de los "grandes". Como tampoco defraudó a los que pensaban que, por encima de todo, estaba su amor hacia la institución blanca. Todavía hoy, más que nunca, sigue en el corazón de todos los madridistas.
Marcos Diego de Miguel
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